Si proyectamos lo que no somos, con el afán de vendernos como “Personas Adecuadas” sin hacer ningún esfuerzo para alcanzar ese objetivo, estamos empezando a engañarnos y a engañar a los otros, a aquellos que nos ven a través del prisma de sus emociones.
La proyección de una imagen falsa de si mismo, consiente o inconscientemente va a generar en los receptores de la misma, creer en esa imagen, aceptar lo que nos han vendido, que siempre será lo mejor. Todo lo verdadero y tal vez no tan bueno, queda oculto, pero latente.
La convivencia, la confianza, las circunstancias y todas aquellas variables que se escapan de la mano, permiten a la persona ser tal como es, sin poder evitarlo y es cuando se desata un torrente de emociones desbordadas que afectan tanto a los protagonistas del evento como a sus entornos.
Diversas situaciones se van dando poco a poco. El receptor descubre que ha comprado un “Fiasco”, y el emisor descubre que ya no puede seguir distorsionando el concepto de quien es, el cual sale a la luz constantemente, desencadenando la emoción más dañina para quien la experimenta “La decepción”.
La decepción es como el zumbido de un mosquito a tu oído, molesta, te desvela y te hace sentir impotente, y frustrada(o), te desequilibra, ya que no encuentras la forma de eliminar aquel zumbido diario, llegando convertirse en desprecio, rechazo y en el peor de los casos desamor.
Lo peor, es cuando no sabes como eliminar aquel elemento que te perturba diariamente, o no te atreves…temes sentir culpa posteriormente, y te inquietas cuando sientes que poco a poco se transforma en ira, rencor, tristeza, soledad y desesperanza, sintiendo un estado de insatisfacción,de infelicidad.
Lo mejor que te puede suceder, es que aquel mosquito decida buscar otro oído que perturbar.
Será al día siguiente, cuando abras los ojos, que te darás cuenta que al fin pudiste tener un sueño tranquilo.
“La ilusión es el primer paso hacia la felicidad y la decepción el último hacia el olvido”
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